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Viviendo con la verdad

Juan Rodríguez

Llevo más de 25 años trabajando con seres humanos, específicamente observando su conducta, debido a mi carrera profesional. Aunque no me atrevo a decir que lo he visto todo, tampoco puedo negar que he visto bastante. De todo lo que he observado, lo más que todavía me sorprende es la facilidad con la cual los seres humanos engañan, a ellos mismos y los demás. La humanidad todavía presenta una seria dificultad de vivir con la verdad.

Me parece una desfachatez que una persona se proclame ser originador de un movimiento espiritual o una filosofía de vida cuando todo el mundo conoce de dónde proviene y se formó.  Este tipo de personas no son creadoras sino imitadores. En otras palabras, son como una mala imitación de una pintura de Picasso. Si para darse a la tarea de pastorear un rebaño de almas, con el genuino deseo de que  no se extravíen en el sendero de la vida, hay que alterarse el nombre y proyectarse diferente a lo que uno es, esto inmediatamente nos señala que el pastor está totalmente inseguro del camino que se debe seguir. No está claro en su proceder. Así que con este “pastor” hay que caminar con mucha, mucha cautela.

En el mundo del arte, los grandes maestros se han distinguido por ser originales. Ellos crearon técnicas para pintar, dibujar y esculpir que nunca nadie las había utilizado, y por esto eventualmente sus estilos únicos generaron un nuevo movimiento artístico que cambió la historia del arte. Por esta razón lógica, sólo ha existido y existirá un Pablo Picasso, creador de la técnica del “collage” y del movimiento Cubista, que a principios del siglo XX revolucionó el mundo artístico. Luego existen los imitadores de Picasso, quienes no llegaron ni llegarán muy lejos por razones obvias.

Estas personas que no viven con la verdad utilizan las propias palabras de los Maestros Ascendidos para conseguir adeptos e influenciar las mentes de los más débiles. Pero en el proceso de reclutar adeptos, como su verdadero propósito es maquiavélico, se contradicen y enredan ellas mismas. Citan las palabras del Señor Gautama, “Sean lámparas para ustedes mismos”, para exhortar a la gente a que salgan de una organización espiritual donde supuestamente hay control externo, pero al mismo tiempo sienten la necesidad de crear otra. ¡Cuánta ignorancia! Esto sería como sacar a un individuo de una cárcel para meterlo en otra. Aquel que comprende verdaderamente las palabras del Buddha, si está molesto con su grupo espiritual, se queda tranquilamente en su casa y no se convierte en oscuridad para otros. Por el contrario, se convierte en una lámpara para sí mismo. ¡Qué fácil es citar palabras sagradas y dispararlas irresponsablemente hacia el exterior, como flechas venenosas lanzadas en un campo de batalla, donde da igual quién sobreviva o perezca! ¿Quién se hace responsable por estas acciones? Contradictoriamente, estas personas hacen un llamado a la auto-responsabilidad.

 

Practicar lo que uno predica o vivenciar la enseñanza no es precisamente publicar un puñado de fotos donde una persona aparece retratada cerca de obras de arte o en lugares culturales importantes. De hecho, para hacer esto hoy día sólo se necesita tener “Photoshop”. Ser culto es también tener educación, y la gente educada no tergiversa información para engañar. La gente con educación es agradecida y no ataca a los que de su mano les enseñaron el mundo. Una persona capaz e inteligente, al eliminar  algo de su vida que supuestamente no le funcionó e hizo mucho daño, no mira nunca hacia atrás, sabiendo que tiene lo que se necesita para comenzar desde abajo, sin nada.

Desde el 1954 estamos en la era de Acuario, la era de la Libertad. Todo el mundo es libre de hacer básicamente lo que desee con su vida y en su mundo. Es muy cierto que en esta Nueva Era conocer y practicar los Siete Principios Universales es indispensable. Esto es algo que la Metafísica siempre ha divulgado. Uno de estos principios es la Ley de Causa y Efecto, la cual establece claramente que uno es la causa de todo lo que le sucede. Por lo tanto, si una persona se siente dependiente, presa, presionada, controlada o rechazada es sencillamente porque está generando dentro de ella las causas de todo lo que piensa y siente. Asegurar que las causas de su dependencia vienen del exterior sería negar la existencia de este principio. ¡Tú eres la causa de todo lo que te sucede! Si una persona admite abiertamente haber estado ciego espiritualmente, entonces que busque la causa en su interior y no vaya hacia afuera. No hacerlo demostraría ignorancia crasa con respecto a los Siete Principios Universales que predica.

Pertenecer a alguna organización, estar de acuerdo con los preceptos de una filosofía de vida o simpatizar con un movimiento espiritual no es pisciano. La palabra “organización” es sinónima de “orden”, y  fue precisamente el orden lo que hizo que la creación de nuestro universo se manifestara perfectamente. Lo que sí es tremendamente pisciano es caminar por el mundo sembrando desorden y creando caos. Manipular y estafar a personas para sacarle dinero, tratar de que amigos se enemisten a través del chisme, traicionar anteponiendo deseos personales y egoístas es el resultado del desorden. Estas personas necesitan observar el mundo en el que viven y darse cuenta de que el desorden se manifiesta como guerra, enfermedad, crimen, carencia, soledad, desastres naturales, etc. El orden siempre produce perfección.

                                                              

“Los demonios atacan siempre por la espalda”, leí el otro día en un libro de Metafísica sobre la ciencia del Feng Shui. Esto se me quedó en la mente por varias semanas mientras lo analizaba profundamente. Ahora lo comprendo mejor al observar como los seres humanos que viven mintiendo, inventando, fantaseando y manipulando no pueden ser frontales. No pueden mirar directamente a los ojos del que está en posesión de la verdad. Si bien es cierto que los hijos de la Luz no pueden ser dañados por estas energías malignas, no es menos cierto que debemos vivir siempre alertas.